sábado, 12 de febrero de 2011

Entre la pena y la nada

          Continúo en Sheffield. Al final mis deseos se cumplirán. La verdad es que tengo que ser sincero. Me encuentro ahora mismo en una vida que se irrepetible. Un Oasis. Un Sueño. Nunca estuve acostumbrado a esto y jamás volveré a estarlo.

           Sin embargo ya he tenido dos oportunidades de huir y acepté ambas. Ninguna se materializó. Y estoy triste por ello. Pero cada minuto que paso en Sheffield es dulce como no ha sido nunca. Nunca seré capaz de entender esta dualidad con la que he vivido siempre. Las dos personas, los dos puntos de vista, mis dos enemigos.

        Uno es feliz, despreocupado, casi hedonista. Otro es responsable, maniático, un genio. Conviven conmigo y me provocan problemas y dolor. Nunca tuvieron que convivir dos personas tan distintas. Será por eso que no alcanzo nunca el completo acuerdo con ninguno de los dos.



          Mientras tanto, no tomo ninguna decisión, dejo que todo siga fluyendo. Inmóvil, expectante, esperando algo. Con miedo a que esta pausa termine, a que tenga que tomar las riendas. Algo habrá que hacer, me digo. Pero, ¿el qué?.

        ¿A quien de los dos hacer caso? Optar por un sueño, una realidad, ¿buscar otros dos años más de pausa? Siempre he estado acostumbrado a buscar un cierto grado de control de todo lo que me rodea. Por eso la incertidumbre me da pánico. El no conocer los caminos, poder estudiarlos, poder saber en que me equivoqué.


        Como siempre, me gusta acabar con una canción, esta vez del Maestro N.V. que contiene esta magnífica frase:


                                              "Reescribiendo mi papel
                                     oí la voz de una mujer diciéndome:
                                     -No puedes seguir siempre siendo
                                     sólo viento-.
                                     Ser sólo viento,
                                     sólo viento..."